sábado, 17 de octubre de 2009

SEGUNDO SIMPOSIO INTERNACIONAL DE HERMENEUTICA Y EDUCACION

El encuentro del hombre consigo mismo desde la relación antropofilosófica de lo ético en el marco educativo de la modernidad.

Por Luis Alfonso Reyes Juárez[1].
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Con este trabajo quiero poner de manifiesto mis propias reflexiones con respecto a la propuesta que se ha planteado para el seminario de Hermenéutica y Educación. Seminario que ha llegado a su IV semestre y que celebramos en las instalaciones de la Universidad Pedagógica Nacional plantel Ajusco.
Poder llegar a establecer una relación concreta entre antropología filosófica, ética y educación implica conocer de estas su objeto de estudio, su metodología y su intencionalidad como manifestaciones eminentemente humanas.
Por lo que toca a la Antropología filosófica, una fenomenología existencial que parte del yo psicológico para después trascenderlo y llegar al yo ontológico parece ser el método de investigación con mayores posibilidades de acceso a la realidad humana.
El primer paso de dicho método es el análisis de la experiencia del yo, es decir, el sujeto se reconoce como parte del proceso de conocimiento, en el que su conciencia del existir es imprescindible.
El segundo componente del método es la reflexión sobre el dato fenomenológico primigenio, que constituye una vuelta del sujeto hacia sí mismo, desde el dato percibido.
Un tercer paso o recurso dentro del método de la antropología filosófica lo constituye la referencia histórica. Hay que rescatar los hallazgos de otros investigadores, recuperar los estudios anteriores, las vivencias y opiniones de otras personas, porque entre más diversidad informativa se tenga, la reflexión podrá descubrir la manifestación de la humanidad entera al momento en que se desvela el sujeto individual.
El hombre es hombre en tanto lo que conoce de su entorno inmediato, próximo y distante, pero se hace humano en cuanto se reconoce como parte de aquello que le significa gracias a la conciencia. Así, de acuerdo con Santo Tomás "el objeto formal del conocimiento es el ser de las cosas sensibles"[2] por lo tanto, ni el dato experimental científico ni el racional posterior, representan mayor importancia que la intimidad del orden concreto de lo real del que el mismo hombre forma parte.
El sentido del reconocimiento generado por la conciencia que hace del hombre mortal un ser humano trascendente radica en su intencionalidad operante[3], llamada así por Husserl, a través de la cual el hombre sabe qué es conocer y el significado de lo que es verdad. Sin este conocimiento preliminar no se puede desarrollar el proceso del conocer, de hecho, constituye la puerta de entrada que dará la pauta para el razonamiento y la crítica[4].
El sentido de lo humano radica fundamentalmente en la razón, derivada del sentimiento que opera en la frontera entre lo verdadero y lo ficticio, no hay límite más delgado y rebuscado que la interpretación que un hombre hace de otro hombre, ambos como sujetos cargados de interpretaciones particulares sobre una misma realidad que les circunda, sobre todo cuando dicha interpretación se hace desde uno de los muchos intersticios en los que cada sujeto, como tal, se encuentra.
Son las posturas, como miradas de la interpretación, (a veces claras, a veces oscuras pero siempre subjetivas por la naturaleza propia del ser que se hace humano, mientras se reconoce humano) las que definen el sentido de la realidad circundante del ser.
El primer elemento que pretende entrar en el sentido de la modernidad es el de la educación como detonante de un sentido de homogeneidad entre los sujetos que forman parte de una sociedad.
Lo anterior implica tensión entre lo tradicional y lo práctico radical que sustenta la modernidad. La pregunta sería si es ético influir en el otro desde la perspectiva personal de lo educativo bajo la conciencia de saber que la postura individual es una entre un sin fin, aun cuando se apegue a los acuerdos que socialmente han establecido qué es lo más conveniente para el progreso y desarrollo del entorno al cual los sujetos pertenecen.
En dicho contexto, la educación encuentra tres objetivos:

a) El fomento de la cultura general.
b) La orientación pedagógica sustentada en las escuelas y centros o instituciones académicas y
c) Los principios de la convivencia ciudadana.

Podríamos decir que la modernidad es un sistema de construcción y reconstrucción. La vanguardia está rompiendo con el pasado pero al mismo tiempo proponiendo la creación de nuevas cosas. Estas a su vez serán modificadas por otras, causando que encontremos numerosas corrientes filosóficas y diferentes maneras de decir las cosas. Es ahí donde trasciende el sentido de lo ético en tanto el hombre es un ser eminentemente interpretativo[5]. Para Gadamer el hombre posee entre otras facultades el de la interpretación y es con base a la interpretación que puede relacionarse de diferentes maneras con sus semejantes y puede al mismo tiempo comprender su entorno. La hermenéutica, como ciencia de la interpretación, como arte de la interpretación entre humanos proporciona una base teórica sólida.
Si el hombre puede relacionarse éticamente es gracias a la interpretación pues la interpretación es una de las facultades humanas que abarca no solo la mente sino incluso el cuerpo. Entonces el resultado de dichas interpretaciones es el pensamiento y el cúmulo de esas representaciones es el conocimiento.
Sin embargo lo ético no es necesariamente lo justo, ni pretende serlo, porque lo ético no tiene manifestación en el equilibrio, sino en lo conveniente desde la subjetividad propia de los diferentes grupos humanos.
Por lo anterior podemos decir que el ser, en tanto humano, es ético aún cuando el sentido de la eticidad encuentre variedad y marcados contrastes entre sujetos de una misma sociedad. Aquí es donde cobra sentido la educación, es decir, desde su estructura antropológica y por lo tanto filosóficamente fundamentada, porque es parámetro que posibilita el deslinde entre posturas.
¿… qué debiera decir, qué fronteras debo respetar?
¿Si alguien roba comida y después da la vida,
qué hacer?

Desde la psicología social, el sujeto es sujetado aún cuando posee la posibilidad de transformar su mundo y por lo tanto transformarse a sí mismo. Pero qué sentido tiene el transformar dicha realidad si no es compartida por el otro, ya que es por el otro que el sujeto se reconoce a sí mismo como parte de una realidad compartida.
El escenario en el que interactúan la ética, la educación y la antropología social, es de tal manera lo mismo complejo y cambiante como simple y estable, en tanto los sujetos que interactúan en dicho escenario cobran conciencia de su participación e influencia.
A continuación propongo tres diferentes escenarios cuyo telón de fondo influye en la relación de los actores participantes cuyo punto de discusión y encuentro es responder a la pregunta ¿Cuál es el problema del hombre?[6]

Escenario uno:
Telón de fondo: Antropología Filosófica.
Actores: Ética y Educación.

Escenario dos:
Telón de fondo: Educación.
Actores. Antropología Filosófica y Ética.

Escenario Tres:
Telón de fondo: Ética
Actores: Antropología Filosófica y Educación.

Lo que esencialmente busca el hombre es una respuesta ante su problema principal. Su problema supremo es la búsqueda de sí mismo, ya que en tanto se conozca en el plano físico, intelectual, emocional y espiritual, alcanzará grados superiores de conciencia de sí y de su entorno, grados superiores de alteridad que le permitirán comprenderse a sí mismo y por lo tanto a los demás, a los otros, independientemente de los niveles de conciencia que alcancen ellos mismos.
En el encuentro consigo mismo, el hombre inicia un doble camino simultáneo, uno de identificación con el mundo externo, el cual es único e irrepetible; y el otro, de reconocimiento de todo aquello que a lo largo del primer camino ha logrado asimilar para integrarlo a su propia identidad, pues ella esta conformada por representaciones de vida, es decir, al incorporar dichas representaciones, su mundo interno ya no requiere de la presencia del objeto, sujeto o circunstancia real, es real por el hecho de ser reconocido y susceptible de ser reproducido ya sea por la posibilidad de la acción física elaborada por el propio hombre, o bien ya sea por medio del recuerdo, capacidad humana que permite establecer niveles específicos de reflexión y toma de conciencia.
¿Cómo puede el hombre, encontrarse a sí mismo si establece como telón de fondo la Ética? Toda búsqueda intelectual tiene un fin propio, pero la ciencia política ¾ética y filosofía social¾ incluye todas las demás, en el sentido de que ella determina su importancia y desarrollo. Por esta razón, la ciencia de la política puede tener como su finalidad propia nada menos que “el bien para el hombre”[7].
Con el egoismo ilustrado, para hablar de la búsqueda intelectual, la ética busca una reconciliación con el sujeto mismo y con el mundo social. Lo que encuentra el hombre ante tal escenario es una reconciliación sí, pero solamente con la sociedad. Sinceramente es dudoso que se encuentre a si mismo bajo parámetros establecidos por otros, sobre todo si esos otros no tienen representaciones compartidas con el primero.
Sin embargo, la ética es un buen negocio, porque la ética permite establecer más y mejores negocios entendidos estos no desde la perspectiva económico empresarial per se, sino desde la perspectiva de la prosperidad social, ya que toda riqueza es eminentemente social. Sin embargo la prosperidad está compuesta por la suma de situaciones que viven cada uno de los ciudadanos y que no necesariamente es homogénea, así es que la idea de un desarrollo igualitario además de utópico, es ingenuo, es tanto como hablar de una educación para todos.
La ética, lejos de limitar, le da sentido a nuestras vidas y responde a las posibilidades de supervivencia desde cualquier postura, pero no es la supervivencia física el factor principal, es la supervivencia intelectual, moral y espiritual.
Toda educación tiene un efecto público éticamente identificable. La verdadera autoridad ayuda a crecer, por el contrario la tiranía mantiene a la sociedad bajo reglas y líneas perfectamente establecidas a conveniencia de aquel que detenta el poder.
La recuperación del espíritu de lo público es fundamental para aspirar a la prosperidad del individuo dispuesto a convivir socialmente desde su propia postura ética y es así porque su educación se lo permite, porque la formación que ha recibido desde la sociedad le ha hecho responsable de sí.
Alguien que lleva una vida rica sabe equilibrar su mundo interno frente al mundo externo. Reconoce sus potencialidades y las de los demás, sin menoscabo de la relación entre iguales, aceptando sus limitaciones, sin doblegarse ante nadie, porque sus limitaciones no son obstáculos, por el contrario, son posibilidades de crecimiento individual que al ser superadas se convierten en crecimiento social.
Quien hace uso de los demás como objetos antes que como sujetos pierde racionalidad a cambio de bienes perecederos.
Más allá de la instrucción en las aulas, la educación tiene como objetivo la transmisión de conocimientos, valores, actitudes y formas culturales dentro de una sociedad, su institucionalización y sus distintas modalidades son básicas, en el entendido que la educación es el centro de la convivencia y de la supervivencia de lo humano.
La problemática de la educación como un quehacer ético en la actualidad, es que debe representar a la práctica educativa y a toda persona que esté involucrada en este proceso, reflexionando en ello desde una perspectiva filosófica. La educación se vuelve cada vez más un sistema mecanizado y sin compromisos sociales ni humanos, principalmente en los colegios que carecen del reconocimiento social y la fundamentación pedagógica de su práctica educacional.
La educación tiene como finalidad última lograr la perfección; tiene como fin último el dominio de la moral, de la fe, de las ciencias, de la cultura y las culturas; sin embargo, este fin último es imposible de alcanzar. Lo más próximo a ello es la obtención tanto de las metas parciales en un gran sentido humano, como la obtención de lo más elevado en el hombre: hombre sano, y productor de sanidad, integrado a la ecología y respetuoso de la integridad física propia y de los demás; el hombre integrado, productor, formador y forjador de la cultura, con valores estéticos y teológicos propios de su cultura, con valores económicos que busquen la justicia y que además sea libre y promueva la libertad; además un hombre que sea excelente en su práctica profesional y que sepa aprovecharla en bien de los demás, que sirva a su mundo y que permita el progreso cultural.
La razón es el fundamento de la práctica de la educación enmarcada por los valores y su arraigo en la esencia humana, y si la búsqueda perfectible humana está gracias a la existencia de la educación, el hombre depende siempre del resto de los hombres, se pierde aquí entonces la calidad de individuo, ya que aun en el arraigo esencial de los valores y su práctica, está dado por su contexto, está volviéndose entonces solo sujeto perteneciente a los demás.
Éticamente, la posesión del otro es el obstáculo a vencer. Sin embargo, la educación tiende, aún sin quererlo, a la posesión del otro, al mandato del que conoce, a la tarea para el que pretende aprender, la lección es experiencia compartida donde no necesariamente ambos actores del proceso enseñanza aprendizaje se encuentran en igualdad de circunstancias.

Siendo así, surgen preguntas cuyas respuestas propongo se discutan: ¿Cuál es el verdadero sentido de la educación en el. contexto de la modernidad, donde la ética se entiende desde la conveniencia de cada grupo social? ¿Cuáles son los alcances que la antropología social ha logrado tomando en cuenta la intencionalidad ética y educativa? Y por último, ¿es hermeneuticamente posible un estudio estructurado ente los tres factores que nos convocan?
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ARISTÓTELES Ética Nicomáquea, Libro I, 1094a18-1094b10.
GADAMER, H. G. (2005) Verdad y Método Tomo I, Sigueme Salamanca
HEGEL, G.W.F. (20009 Escritos Pedagógicos. Fondo de Cultura Económica. México
HUSSERL, Edmund. (2002) Problemas fundamentales de la fenomenología. Alianza. Madrid.
JODELET, Denise. (2006) El otro, su construcción, su conocimiento. En Valencia Abundis, Silvia. Coord. Representaciones Sociales, Alteridad, epistemología y movimientos sociales. Universidad de Guadalajara.
McLAREN, Peter. (2003) La escuela como un performance ritual. Siglo XXI. México.
METAPOLITICA (1997 – 2006) Pensadores Políticos del Siglo XX, número especial. Noviembre diciembre 2006.
PÉGUES, Tomás. (1945) Compendio de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. Ed. Difusión. Buenos Aires. P. 28.
[1] Licenciado en Ciencias de la Comunicación, pasante de la maestría en Ciencias de la Educación y profesor horas clase de la Escuela Preparatoria Oficial No 126, en el Estado de México.
[2] PÉGUES, Tomás. (1945) Compendio de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. Ed. Difusión. Buenos Aires. P. 28.
[3] HUSSERL, Edmund. (2002) Problemas fundamentales de la fenomenología. Alianza. Madrid.
Aquí es importante tomar en cuenta que la intencionalidad es el concepto clave de la fenomenología filosófica. Por lo anterior la intencionalidad operante cobra importancia al ser, desde Husserl, la intencionalidad práctica, implícita, inconsciente, propia de la vida corporal de la subjetividad humana y que se despliega respecto a un mundo concreto y real.
[4] Propongo aquí el sentido de la crítica como la construcción propia del conocimiento pero al mismo tiempo como la posibilidad humana d abrir el criterio hacia posturas que en lo cotidiano tomamos como radicalmente opuestas a lo éticamente establecido bajo las posturas de la modernidad.
[5] GADAMER, H. G. (2005) Verdad y Método Tomo I, Sigueme Salamanca
[6] Sean estos escenarios los que nos sirvan de pretexto para la discusión entre la relación que guardan la Antropología Filosófica, la ética y la educación. Al hacerlo, estableceremos condiciones para su interpretación desde diferentes enfoques, lo cual nos aproximará, creo, a una práctica hermenéutica sumamente interesante.
[7] Ética Nicomáquea, Libro I, 1094a18-1094b10.

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